martes, 5 de enero de 2010

To the east




Hace 2 semanas, comentaba con mi hermano y su mujer que me estaba recorriendo todos los lugares de Europa que no son eminentemente turísticos, comentándoles mis planes de ir al este de Eslovaquia según regresara de España, y la idea de recorrerme los Balcanes este verano. Con ello, me quedarán Rumanía y Bulgaria como lugares de Europa a los que viajar sin visado y sin ser destinos turísticos masivos o a priori los más atractivos, al menos para un español. Sigo sin haber estado en París, Reino Unido, Italia, Portugal, Bélgica...Pero posiblemente sea uno de los qloaqueños que, sin buscarlo, ha topado con más monumentos a la Revolución Soviética.

Pues bien, esta última semana en el este de Eslovaquia, me ha servido para comprobar varias cosas sobre este país:

1. Las carreteras están al nivel de las polacas, pero aquí al menos no hay pasos de cebra ni semáforos en las autovías.

2. Bratislava no es ni mucho menos una ciudad de la que se pueda extraer un estereotipo de eslovaco. El eslovaco medio es un tío de campo, con el dinerito justo, justo, y que tiene desarrollados unos músculos en la boca que sí le hacen capaz de sonreír a veces. Esos músculos son los que se atrofian en cuanto llegan a la capital.

3. En el este, los pueblos tienen también nombres rusos y la mayoría de las iglesias son ortodoxas. Las iglesias grecocatólicas tienen a alguien que lleva la oración, y todo el mundo contesta a la vez, y porque sabes que lo que están haciendo es rezar, porque acojona cosa mala.

4. En el este la gente apenas grita, se da paseos por el centro, el cual es pequeño como el de Bratislava, pero tiene tiendas y zonas peatonales grandes, cafés, bares y todo lo necesario. En Kosice (segunda ciudad de Eslovaquia) o Presov (tercera) puedes comprarte cosas como un móvil, ropa o bombillas sin tener que acudir a un centro comercial o gran superficie.

5. Los bloques de pisos soviéticos en Bratislava son horribles, pero no hay palabras para definir lo de Kosice. El centro de Kosice es muy muy chulo, con su catedral gótica y todo, pero el resto...madre mía.

6. El eslovaco de provincias odia a los de la capital y viceversa. Esto pasa en casi todos los países, pero creo haber hallado una teoría concreta para este lugar. Aquí todo el mundo vive tranquilamente y como puede con sus 4 duros. Si quieres ganar más pasta, o hablas idiomas, o tienes una formación elevada...hay que ir a una ciudad donde haya bastante industria y algo de servicios. Y ahí creo que está la clave, Eslovaquia sólo tiene una ciudad así. Por consiguiente, el tranquilo hombre de campo se encuentra en la voracidad bratislavense, con sus engreídos habitantes que se creen ellos cosmopolitas o simplemente de capital, y viene el fallo. Por lo que he visto y sobre todo me han comentado, el habitante de Bratislava que proviene de provincias suele reacionar de dos maneras:
- Trabajar en Bratislava, tragar y tragar, y el fin de semana marcha a su lugar de origen. Esto es algo muy común, ya que Bratis se vacía los findes.
- Convertirse en una alimaña de peor calaña que los propios bratislavenses, desarrollando la actividad que se adquiere debido a la atrofia de los músculos que permiten sonreír. Este provinciano renuncia a sus orígenes o los menosprecia, y se convierte en lo que se convierte: Un brutaco más de pueblo que antes, en un lugar donde puede explotar su burricie.

Sinceramente, después de este viaje, y sumándolo a la experiencia del verano en las montañas del centro, tengo mucha mejor impresión de este país, al menos en cuanto a sus habitantes y costumbres. A mayores, nos lo hemos pasado muy bien, y las ciudades eran sorprendentemente chulas. Dudo que fuera capaz de vivir allá, pero al menos la impresión que me llevo es buena.

Y es que comer las 12 uvas en Bardejov es algo de lo que no todo el mundo puede presumir...